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Apuntes sobre la Astronomía en la cultura del Antiguo Egipto

Parece de vital importancia para comprender la cultura del arte egipcio, profundizar en la implicación de aspectos como por ejemplo el tiempo, el espacio, la religión y la iconografía cosmológica, cuyos fundamentos últimos parecen enraizarse en la experiencia directa con el entorno, en este caso la observación del cosmos, entre otros elementos -el propio Nilo por ejemplo-.

Modelización de la realidad

Los astros se muestran predecibles, regulares y constantes, características que los egipcios pueden observar a simple vista. Por ello el cielo es un modelo válido en el que fijarse para el ordenamiento de un mundo circundante que aparece hostil y caótico. En este sentido llama la atención la propia etimología de la palabra cosmos a través de otra, como es cosmética, referida a aquello que pone orden, armonía, que arregla la cara. Los egipcios a partir de la observación de los eventos que acontecen a su alrededor, confeccionan una serie de modelos capaces de hacer operables y manejables dichos eventos, es decir, los fenómenos son traducidos por los egipcios, por así decir, en patrones que les permitan organizar, sistematizar y en definitiva subyugar a un entorno que amenaza continuamente con el descontrol a través de animales peligrosos, enfermedades, catástrofes naturales, etc. De esta manera, los egipcios, a partir de su realidad más inmediata, incluyendo la observación de los astros y su comportamiento en el cielo, que son al fin y al cabo elementos reales, físicos y positivos, elaboran herramientas conceptuales que les permitan abordar este mundo salvaje, caótico y peligroso, para manejarlo y controlarlo en el contexto de las necesidades que se desprenden de un estado en formación.

Tiempo cíclico

Aunque Linneo ya había incluido al hombre en la clasificación de “primates”, lo había hecho bajo un enfoque cíclico del tiempo, es decir, desde un principio primordial, las especies son dadas al mundo por Dios y nada cambia ni evoluciona. Este enfoque es el mismo que manejaban los egipcios. Sin embargo, no fue hasta la idea germinal de evolución, previa al trabajo de Darwin, que empezó a operar en los estudiosos la idea de cambio, de variabilidad, de desaparición de especies e inadaptabilidad. A partir de aquí, pierde fuerza la noción cíclica del tiempo en favor de otra lineal en relación con los seres vivos: algunas especies cambian, evolucionan o desaparecen. En los períodos previos al concepto de evolución, como en el Antiguo Egipto, el modelo utilizado para marcar el tiempo son los astros. El sol, por ejemplo y su implicación con otros eventos relacionados, como la crecida del Nilo, promueve la creación de las estaciones y los calendarios fines prácticos en su origen, para generar despues fuertes dialécticas mitológicas y cultos celestes, como afirma el profesor Juan Antonio Belmonte Avilés en la presentación de este curso. También los animales muestran patrones de nacimiento-muerte-nacimiento que se repite a lo largo del tiempo, lo que podría ser interpretado por los egipcios, ajenos a la moderna idea de evolución, como un tiempo que se repite una y otra vez en un retorno sin fin de muerte y resurrección.  Así pues, entre otros elementos, los astros refuerzan una compresión cíclica del mundo por parte de los egipcios.

Espacio

Como es sabido, el cielo ha sido a lo largo de la historia la forma de orientación por excelencia, para las cuestiones relacionadas con el tiempo y para las del espacio. Los egipcios utilizan las observaciones realizadas a partir de él para explicar su realidad. Por ejemplo la ruta del sol por el firmamento en sentido Este-Oeste determina la disposición de las tumbas, que se distribuyen en el espacio según este criterio astronómico. A su vez, dentro del sepulcro, es importante el concepto de ruta, camino o avance hacia delante, porque está en relación directa con la actitud de movimiento y la acción del difunto frente al recorrido que debe realizar hasta llegar a su destino.

Religión

Antes mencionamos cómo la experiencia práctica del mundo alcanza la complejidad conceptual. En este sentido, la religión egipcia podría enmarcarse en lo que algunos estudiosos han denominado la religión secundaria, que se caracteriza por la disminución del temor humano hacia los animales como amos y señores del territorio, es decir, como divinidades a las que temer y venerar, para dar paso al comienzo de la hegemonía humana sobre la fauna y el entorno. En este sentido, los egipcios asumen a través de una iconografía zoomórfica, el papel numinoso de los animales e incorporan también a este nuevo papel las características más sobresalientes de dichos animales como la capacidad de volar, la fuerza, la potencia y la fiereza, entre otras. De esta manera se desplaza la esencia divina desde la tierra -animales- hacia el cielo -los astros-.

Iconografía cosmológica

Como decíamos, los dioses se sitúan ahora en el cielo, dejando la tierra para el gobierno humano. En la iconografía egipcia, la diosa Nut es una figura femenina que se arquea para mostrar que ella misma es la propia bóveda celeste. Utilizar la figura humana para representar un concepto cosmológico como el cielo, a merced de las estrellas que presenta Nut en su cuerpo, podría ser un síntoma de este acercamiento divino hacia lo celeste. Por su parte, la solarización Amenhotep III, consiste en una sinergia conceptual religiosa de abstracción de la divinidad hacia el astro solar, por el que dicha divinidad pierde la forma anatómica y la capacidad humana de acción, a diferencia de la representación figurativa de la diosa Nut, que conserva su cuerpo y los gestos humanos. La divinidad es representada ahora como un disco solar, paso previo a la abstracción total que más adelante experimentará la idea de dios de la mano de Aristóteles. Este proceso conceptual de la divinidad solar culminará posteriormente con Akhenaton, que paralelamente va a incorporar la línea fluída tendente al círculo al arte amarniense, en detrimento de las líneas rectas, en lo que respecta a la representación de la figura humana.

Desde una postura Emic, es decir, desde la propia cultura que se estudia, es posible comprender algunas nociones modernas de cosmos, ya que ésta puede completar el sentido antropológico de la primera. Sin embargo a veces es necesario analizar los fenómenos históricos con algo de distancia o desde un punto de vista externo o enfoque Etic, en la medida en que puede evitar explicaciones tautológicas o excesivamente descriptivistas. Para entender lo que supuso el cosmos para el egipcio quizás no sea suficiente el análisis iconográfico. Puede ser muy útil recuperar el referente real y físico inmediato, es decir, el propio objeto de estudio de la astronomía moderna, para luego acercarnos al fenómeno histórico que produjo. Profundizar en las cuestiones cosmológicas es una buena forma de obtener análisis de más alcance que ayudar a despejar algunos aspectos de la iconografía funeraria.

El conocimiento de la astronomía por parte de la sociedad moderna, en lo concerniente a la compresión de la historia y la compresión de la propia realidad puede despejar muchos mitos que más que ilustrar un determinado evento histórico, lo oscurecen, retrasando su adecuada comprensión. Para las ciencias sociales relativas a la historia, conocer el alcance que la astronomía tiene para los fenómenos ocurridos en el pasado, una vital importancia, como la tienen otras ciencias.

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