Este nuevo planteamiento de lo sagrado, provoca, según los especialistas, dos estilos iconográficos en las manifestaciones artísticas, el de Aton, promovido por Akenaton, y el de Amon, el clásico tebano, siendo la tumba de Ramose TT 55 en la que convergen las dos tendencias. La inclusión de Aton en la iconografía figurativa, parece rivalizar en un principio con el dios Amon, lo que es interpretado por unos como una disputa religiosa (Teeter, 2015, p. 340; Donadoni, 2002, p. 289), postura de la que se hizo eco el propio Freud, al afirmar que tras la muerte de Akenaton, los sacerdotes se rebelaron, acabando con el dogma establecido, vinculando el origen del judaísmo a la aparición de ese recuerdo rechazado y olvidado. Otros autores lo interpretaron como simples cambios políticos (Gestoso Singer, 2002, pp. 163-164). Lo cierto es que Amenhotep III al solarizarse, dio lugar a un cierto deslizamiento religioso desde lo mitológico hacia lo filosófico (Laboury, 2009, pp. 77-85), como indica por otro lado, el auge celeste del denominado estilo palacial, que promueve la introducción de la luz y del color amarillo como referentes del sol (Hartwig, 2003, pp. 301-303). Esto pudo dar lugar a que su hijo Akenaton, buscara un nuevo compromiso con el dios, promoviendo sus propias innovaciones estilísticas (Gestoso Singer, 2002, p. 186).
Referencias
TEETER, E.: «Religion and Ritual», en A Companion to Ancient Egyptian Art, Malden. John Wiley & Sons, 2015, pp.328-343.
DONADONI, S.: El arte egipcio. Madrid. Ediciones AKAL, 2002.
GESTOSO SINGER, G.: «Atonismo e imperialismo», DavarLogos, 2002, v. 1, n. 2, pp. 163-187.
LABOURY, D.: «L’art selon Akhénaton, une révolution dans la tradition et dans l’histoire de l’art pharaonique», Akhenaten. Pharaoh of the sun. Catalogue of the exhibition, 2009, pp. 77-85. Extraído de http://orbi.ulg.ac.be/handle/2268/151926 (19/7/2017).