Arte,Innovación

El “Negro Ala de Cuervo” de la Monarquía Hispánica. Un tinte para la historia

Portada: Cuervo. Fuente https://unsplash.com/

Por María Isabel Hernández Figueroa

12/10/2023

La corte de los Austrias españoles tuvo acceso a un extraordinario y exclusivo color (posteriormente asociado a la leyenda negra) durante el siglo XVI, gracias al descubrimiento de una nueva sustancia química capaz de teñir los tejidos con un negro sin precedentes. Este peculiar tono negro de la monarquía española se obtenía a partir de la madera del árbol de palo Campeche, originario de la Península del Yucatán en México y conocido también como palo tinte, palo negro o palo Campeche. Numerosos retratos pictóricos dan cuenta de la introducción de este fascinante color en la moda de la realeza y posteriormente en las clases más adineradas.

Marcos de Ayala, cautivado por la durabilidad y perfección del negro logrado con este árbol, comenzó a utilizarlo para teñir telas en Nueva España. Se trataba de un negro con un matiz azul profundo y un lustre característico, muy diferente a los tonos pardos presentes en tintes anteriores, como el negro obtenido del roble. Con el tiempo, este tinte llegó a la Corte Española de Felipe II, quien lo adoptó por varias razones, entre ellas, la sobriedad que transmitían las prendas negras de la realeza en contraste con las coloridas de otras monarquías como Inglaterra o Francia.

Este árbol también se encontraba en las Antillas y pertenece a la familia de las leguminosas, específicamente a la especie Haenutoxylon campechianum, una fabacea espinosa que alcanza aproximadamente los 15 metros de altura, con una madera de tono rojizo muy característico. Este árbol prospera en tierras bajas tropicales, especialmente en áreas donde los ríos y los pantanos se encuentran con laderas y colinas. El palo tiene una forma retorcida y arbustiva, con una corteza escamosa. Sus hojas, en forma de corazón, producen racimos de pequeñas flores amarillas.

Sus astillas se hervían para extraer diversos colorantes, que iban desde tonos rojizos hasta marrones y el negro más profundo, capaces de teñir las fibras textiles con facilidad. De esta manera, se obtenía un negro intenso de alta calidad conocido como «negro de ala de cuervo», que no solo se utilizaba para teñir telas, sino también con propósitos medicinales.

El estilo español, caracterizado por el uso sobrio del negro, perduró hasta los reinados de Felipe III y Felipe IV. Como contraste, los cuellos blancos, confeccionados con fina tela procedente de los Países Bajos, se teñían con polvos de un tono azul claro para destacar sobre la ropa oscura. A juego con estos cuellos, se diseñaban puños blancos que combinaban con las gorgueras. Los motivos dorados en los tocados y los puños negros de encaje se convirtieron en el distintivo de la nobleza tanto para hombres como para mujeres. El humanista italiano Baltasar Castiglione, autor del famoso libro «El cortesano», menciona el negro español como símbolo de seriedad, elegancia y sobriedad. Este color, utilizado con frecuencia por Felipe II por su austeridad y solemnidad, acabó siendo un signo de distinción social y poder económico para quien lo llevaba (López, 1991: 70).

En 1623, bajo la moda pragmática de Felipe IV, que enfatizaba las prendas sobrias de la nobleza española, España se distanció de los cánones de la moda francesa, caracterizada por el lujo y el colorido. Sin embargo, a lo largo del siglo XVII, la moda francesa fue desplazando a la española en las cortes europeas, aunque el negro siguió siendo utilizado en España y, de manera paradójica, en los Países Bajos, donde se convirtió en símbolo de austeridad debido al surgimiento del puritanismo.

En la segunda mitad del siglo XVI, los mayas, los hispanos y otros grupos recolectaron el palo, especialmente en la región homónima de Campeche. La próspera industria tintorera que se desarrolló en torno al palo de Campeche se extendió hasta Francia, Inglaterra y Holanda. Estos países, productores textiles, mediante piratería y saqueos, forzaron a España, que poseía el monopolio de la producción, a conceder el corte de árboles y maderas de palo de Campeche a varias compañías inglesas. Actualmente, el árbol de Campeche se encuentra en peligro de extinción. Este conflicto desencadenó una extensa tala y comercio de esta madera, generando conflictos entre las coronas europeas. Francia, Inglaterra y Holanda intentaron romper por todos los medios el comercio español del palo de Campeche.

La corona española intentó controlar su producción estableciendo un estanco para la corta y extracción en 1556. Sin embargo, los intentos de renovación de este estanco en 1662 encontraron oposición por parte del Consulado de Comercio de Sevilla, que argumentaba el perjuicio que supondría para el comercio libre y para la región productora. A pesar de ello, la Corona volvió a intentar establecer nuevos estancos, a pesar de la negativa del Consulado (López, 1991: 70).

Las cantidades importadas de palo de Campeche desde Nueva España a la Península entre 1689 y 1720 ascendieron a 14,111 1/2 quintales y 170 palos, cifra que, aunque inferior en comparación con el período posterior, sigue siendo significativa. Durante el siglo XVIII, se intentó promover el uso de la pasta colorante extraída del palo de Campeche, gravando el precio del quintal de madera. Sin embargo, al descubrirse que el colorante obtenido con esta pasta era de inferior calidad que el obtenido directamente del palo, los comerciantes volvieron a interesarse por adquirir el producto. A pesar de que las cantidades importadas de palo de Campeche eran relativamente importantes en relación con otros productos traídos de Nueva España durante estos años, su uso disminuyó con el tiempo debido a la aparición de tintes industriales sintéticos, como el negro de anilina, que supuso el fin de la utilización del palo de Campeche en histología. Sin embargo, este árbol continuó siendo utilizado como tinte negro para lanas hasta 1920, cuando aparecieron otras alternativas industriales compatibles con esta fibra.

Bibliografía

Martínez García, C. (1991). Drogas importadas desde Nueva España (1689-1720). Estudio estadístico farmacoterapéutico. Publicaciones de la Universidad de Sevilla, Sevilla, España.

También puede gustarte...

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *