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Por Maria Isabel Hernández Figueroa
22/11/2023
En la Prehistoria, el dibujo fue practicado en la superficie de materiales diversos: madera, hueso, rocas, paredes de las cuevas, que artistas prehistóricos marcaban con carbón vegetal así como con tierras de diferentes colores, o haciendo incisiones en las superficies.
El dibujo es una práctica humana muy antigua que está en la base del desarrollo de otras técnicas (Martín Jiménez, 2018: 239), como veremos a continuación. El origen histórico del dibujo podemos situarlo en las “marcas” o señales dejadas por los animales, como los rasguños del oso en la madera, las huellas de las patas de los animales dejadas en el barro, o las sombras dejadas proyectadas en otros objetos. Estos “efectos gráficos naturales” son las apariencias que re-presentan a las cosas cuando éstas ya no están. Así pues, existe una conexión entre la huella, la marca y el objeto o animal, que no está, pero que produjo estas señales. Cuando los primeros dibujantes humanos reprodujeron las huellas dejadas en el suelo por los animales, podemos considerar que comienza a desarrollarse la historia del dibujo.
En este sentido, los dibujos en esta fase, también denominados grafos, son de carácter bidimensional, es decir, se representan en un soporte plano, pero remiten a otra cosa que en su día pudo ser tridimensional, por ejemplo, un animal. Como en el ejemplo, anterior, un oso, un animal de volumen evidente, rasga con sus garras el tronco de un árbol. Esta señal, que está “representada” en la madera, es el símbolo plano del oso. Los símbolos al ser planos, permiten fácilmente hacer referencias a las cosas mismas muy fácilmente porque han perdido la tridimensionalidad, y son fácilmente reproducibles. Los símbolos han perdido el realismo de las cosas a las que representan, pero ganan un gran poder simbólico en la representación.
Recientemente, un grupo de arqueólogos hizo un hallazgo importante. En una cueva de Blombos en Sudáfrica, se encontró lo que se considera el primer dibujo de la humanidad. Esta pieza de roca silícea tiene una extraña inscripción de líneas cruzadas hechas con ocre. Su antigüedad data de hace 73.000 años, lo que significa que es 38.000 años más antigua que los otros ejemplares de dibujo que se habían encontrado hasta la fecha.
Las primeras manifestaciones artísticas corresponden al Paleolítico Superior y al Neolítico que se extienden entre el 50.000 y el 10.000 a. de C y el 10.000 y 5.000 a. de C., respectivamente (aunque estas fechas varían según las zonas de las que hablemos). No obstante, en los últimos años se han encontrado algunos objetos y manifestaciones artísticas pertenecientes al Paleolítico Medio. Es posible, también, que pequeños grabados en madera, los hayamos perdido, dado el carácter perecedero de este material, frente a la piedra. Cuatro serían los ámbitos de desarrollo artístico: el arte mobiliar, el arte rupestre, la cerámica, y las construcciones megalíticas.
El llamado arte rupestre corresponde a las representaciones de pintura sobre roca, que recibe el nombre genérico de arte parietal (sobre pared), del que encontramos más ejemplos en el interior de las cuevas que al aire libre, aunque, en este último caso, el clima ha dañado las representaciones y en algunos casos ha hecho que se pierdan para siempre. Podemos encontrar grabados y pinturas, resultando éstas últimas, las más llamativas. Durante el Paleolítico Superior, encontramos un fuerte desarrollo de la pintura en la zona “franco cantábrica”, en la que destacan las cuevas de Altamira y del Castillo en Santander, y Pindal y Candamo en Asturias, así como la de Lascaux y Font-de Gaume en Francia. Son pinturas en las que predominan los colores rojo y negro, así como la gama que va del amarillo al marrón, colores que se obtienen de la naturaleza[1], pulverizando el producto necesario al machacarlo sobre una roca, añadiéndolo después algún aglutinante (grasa o tuétano).
La pintura se aplicaba directamente, bien con los dedos, con un palo, un pincel hecho con cerdas o con una espátula. También se utiliza la técnica de la aerografía o soplado. Las figuras suelen tener su contorno dibujado, en general de color negro, y el interior es rellenado con uno varios colores. A la vez se utilizan los salientes de las rocas, o la forma de las paredes para conseguir un mayor realismo o un efecto más llamativo. Las figuras se representan de perfil, aunque en la figura se ven varios puntos de vista simultáneos.
La temática de las pinturas es poco variada, ya que generalmente se representan animales (predominantemente bisontes y caballos, aunque también ciervos, jabalíes y mamuts), aparecen figuras humanas bien en situaciones de caza, o disfrazadas de animales o en actitudes sexuales. Y por último signos, a veces de difícil interpretación, aunque algunos con un claro contenido sexual/fecundidad (vulvas). ¿Qué significado tienen estas pinturas? Es difícil conocer el sentido exacto de las pinturas, ya que sus autores no nos lo han transmitido. Hay varias teorías, una es la “mágica simpática”, (del abate Breuil) que se basa en el principio de que lo semejante produce lo semejante, es decir, se representan escenas de caza y de fecundidad, para garantizar la existencia de las mismas. La otra es la teoría de A. Leroi-Gourham, que considera todo una representación sexual, en que cada animal o signo representaría lo femenino o lo masculino, vinculado con rituales de fecundidad.
El arte mobiliar hace referencia a aquellas figuras labrados en objetos, en diferentes utensilios asociados al hombre paleolítico. Algunos de estos instrumentos asumen un tipo de decoración que los convierte en piezas con un carácter simbólico. Fundamentalmente este tipo de ornamentos se realizan a base de talla, es decir de incisiones o relieves, la mayoría de las veces a base de formas geométricas realizadas sobre el material en el que está hecha la pieza. Entre los objetos que presentan este tipo de decoraciones destacan los arpones, agujas, cuchillos, colgantes o bastones, también llamados bastones de mando, porque algunos especialistas los asocian con la representación de un valor jerárquico. Suelen estar hechos en asta, hueso o marfil, y en ellos, suele representarse, fundamentalmente, figuras de animales, así como figuras humanas y signos de difícil interpretación.
A través de este proceso, estas marcas, ya transformados en dibujos, en grafos, se convierten en “modelos” de las cosas a las que representan, porque el colectivo humano es capaz de identificarlo. Algunos símbolos logran afianzarse y llegan a formar verdaderos sistemas simbólicos organizados de forma lógica, creando diferentes sintaxis, como por ejemplo la escritura, la aritmética (los números), los geométricos (figuras geométricas), o el sistema de representación del cuerpo humano. Desde este punto de vista, los símbolos son los vehículos para expresar los conceptos y las ideas, porque los símbolos se crean antes que las ideas, y no al revés.
Bibliografía
Martín Jiménez, L. C. (2018). Filosofía de la técnica y de la tecnología. Pentalfa Ediciones.
[1] Se obtenían de productos tan diversos como el óxido de manganeso, el carbón, los óxidos de hierro, el caolín, la misma sangre, el ocre, etc.