Para Freud, la interacción entre humanos es igualmente una fuente de luchas, en virtud de las cuales al humano le interesa estar bajo la protección de las instituciones en aras del contrato social que lo protege de la violencia, como ya había afirmado Hobbes antes. Al someterse a la protección del Estado, el individuo debe reprimir los deseos pasionales y necesidades instintivas inconscientes, que funcionan a modo de automatismos causales que tienen lugar en los sujetos, aspectos de la personalidad que componen la principal aportación de Freud a la Sociología. Sin embargo la cultura, a través de sus instituciones pone límite al incesto, la violación o el asesinato, duras realidades de la naturaleza agresiva, perversa y malvada, de los humanos, según Freud, en tanto que son un inconveniente para la paz social (Gómez Sánchez, 2002, p. 321). Así pues, la cultura es para el humano la forma de desarrollo, pero también una represión moldeadora de la parte denominada el Ello, es decir, la parte libidinosa y esencial del humano.
Bibliografía
GÓMEZ SÁNCHEZ, C.: Freud y su obra. Génesis y constitución de la Teoría Psicoanalítica, Madrid, Biblioteca Nueva, 2002 (3ª ed., 2014).